Reynalda (Gardea Hernandez) Benitez

Reynalda Benitez, nacida Reynalda Gardea Hernandez, el dia 21 de Marzo del año 1939 en Santa Bárbara, Chihuahua, México fue una de 9 hijos del matrimonio de Reynalda Hernandez y Jose Gardea. Ella fue llamada a casa por Dios Padre el día 5 de Mayo del 2023.

Hoy estamos reunidos para celebrar su vida, una vida llena de dolor, sacrificio, pero también una de gran fe, mucha esperanza, pero mucho más amor y felicidad.

Fue precedida en la muerte por sus padres, Reynalda y Jose; por su esposo de 40 años, Juan; por su her-mano Inocente Gardea; hermanas, Ester Padilla, Delfina Duran, Herlinda Jurado; sus hijas Sonia Beni-tez, Sonia Velarde, y Herlinda Ramirez; nieto Jorge Ramirez; y numerosos cunados, cunadas, sobrinos, sobrinas, primos, primas, y amistades.

Deja atrás a su hermano Encarnacion Gardea, su yerno, Carlos, viudo de Herlinda, sus hijos Francisca Faudoa y su esposo Eduardo; Juan M Benitez y su esposa, Eduardo Benitez y su esposa Veronica; Elsa Sandoval y su esposo Mario; Lorenzo Benitez y la madre de sus hijos Eva; Pedro Benitez y su esposa Rae (pronunciado Rey); Jesus Bentiez y su prometida Diana Andrea; Jesús Benitez-Velarde y su pareja Jenny; 29 nietos, 10 bisnietos, y un tataranieto.

Durante su vida a Reynalda le gustaba leer, coser, tejer, bordar, cocinar, platicar, contar historias de su tiempo en México tal como de aquí, dar consejos, pasar tiempo con su familia y fue una dedicada ama de casa, cuidar de sus nietos y era bien novelera. También entiendo que recolectaba campanas, de todas partes del mundo, desde México, Puerto Rico, Francia, Israel, y varios estados de los Estados Unidos que fueron rega-los de todos sus seres queridos. Pero quizá lo que la define más que cualquier otra cosa a Reynalda es que fue una mujer de fe, creyente en Jehová Dios, con es-peranza en la resurrección por el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, y un gran amor por Jehová Dios, nuestro Señor Jesucristo, y su familia. Ella fue el sostén y la piedra de esta familia durante muchos años.
Este amor del cual hablamos, se manifiesta hoy. Ver-los reunidos como hoy era la felicidad de Reynalda, aunque no quisiéramos que fuera bajo estas condi-ciones, esto es parte de la vida, por nuestra imperfec-ción, por nuestro pecado que heredamos de Adan y Eva. Pero aunque la vida en este mundo se nos acaba, hay algo que permanece por siempre, en la primera carta a los Corintios (13:13), Pablo nos dice que "sobre todo permanecen la fe, la esperanza, y el amor, de lo cual el amor es el mayor de los tres." Ese amor por ella vive en todos ustedes; en su presencia, en su dolor, en sus lágrimas, y en sus abrazos, y este amor por ella va a estar vivo en ustedes para siempre. Es natural sentir tristeza y dolor, Jesucristo sintió algo similar al saber que su amigo Lazaro murió, "en el momento Jesus cedió a las lágrimas (Juan 11:35). Pero después de resucitar a Lazaro, él siguió su camino a Jerusalén para mostraros el amor más grande que conocemos. Así pues, ustedes sigan su camino, y muestren su amor a Reynalda como Jesucristo nos mostró amor a nosotros.

Se preguntaran, de qué forma puedo mostrarle el amor a ella, si ya no está? Eso es posible de varias formas. Primero, por medio del amor que se muestran unos a los otros, en su nuevo mandamiento, el apóstol Juan nos dice, que Jesucristo nos dijo, "que nos amemos unos a otros, así como yo los he amado" (Juan 13:34). Muestrense ese cariño, ese calor que ella les mostró; sacrifiquense por su prójimo tal como ella lo hizo por toda su vida. Ella cuido de su madre y pa-dre en su vejez, ella dejó algunos de sus hijos en México para estar con su esposo cuando se vino a este país en busca de una mejor vida, ella dedicó su vida a servir a otros. Sigan su ejemplo, dejen una huella co-mo la que dejó ella en este mundo, dejen una im-presión en los corazones de quienes Dios nos pone en nuestro camino, ese es el más grande honor que le pueden dar. La segunda forma de mostrar ese amor por ella es por medio de la oración, por nosotros, pero también por ella. Reynalda era una mujer que oraba constantemente por ustedes, día y de noche, ahora ustedes hagan lo mismo uno por el otro y por ella. Se preguntaran, porque debemos orar por ella, la biblia nos muestra varias ocasiones donde los profetas oran por los suyos, vivos y difuntos por ejemplo Nehemías 1:4; 2:4; Rut 2:20. El apóstol Pedro hizo lo mismo antes de resucitar a Tabita en los Hechos de los Apóstoles (9:36-41), de igual forma que lo hizo Jesu-cristo cuando resucitó a Lazaro (Juan 11: 38-44). Ahora, Tabita y Lazaro, como todo ser humano, muri-eron. Entonces cuál fue el propósito de que fueran resu-citados? Primero para glorificar a Dios, segundo para que creamos en él y en su Hijo, y que es posible la resurrección con fe y esperanza. En Juan 11:25-26, Jesucristo nos dice, "yo soy la resurrección y la vida. El que demuestre fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; y nadie que esté vivo y demuestra fe en mí mo-rirá jamás." Ella creía firmemente, que algún día ella estaría de nuevo con sus seres queridos, con Jesucristo, y con Dios en el paraíso. Así igual ustedes, si tienen ese deseo de estar con ella de nuevo, sigan su ejemplo, tengan fe, esperanza, pero sobre todo amor. Así que como nos dijo Jesus, en Juan 14:1-4, "que no se les angustie el corazón. Demuestren fe en Dios y demues-tren fe en mí también. En la casa de mi Padre hay mu-chos lugares donde vivir. Si no fuera así, yo se lo ha-bría dicho a ustedes, ya que voy a prepararles un lu-gar...cuando me haya ido y les haya preparado un lu-gar, volveré y los recibiré en casa, a mi lado, para que donde yo esté también estén ustedes. Y ustedes cono-cen el camino para ir adonde yo voy." Por último, muestrenle amor a ella en conocer el camino, para que algun dia puedan estar con ella de nuevo ya que ella conocía muy bien el camino, el amor mas grande que les mostro es querer enseñarles a ustedes el camino, y sin duda, está con el Señor en su santa gloria.

Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, tenga miser-icordia de ella, perdone sus pecados, le dé vida eterna y que la paz los acompañe a ustedes.